INMIGRANTES: UNA SOLA VOZ Y DENTRO DE ELLA NO PODÍAN HACER FALTA LOS COLOMBIANOS

10.05.2010 11:43

 

Definitivamente las fronteras desunen y clasifican. Determinan quien es mejor y quien no lo es. Pase por la vergüenza de visitar el falso sueño americano, sueño americano que comenzó a perecer desde los atentados del 11 de septiembre. Descubrí en mi aventura - porque eso es lo que es- que mi país, Colombia, con todas y todas sus dificultades es un paraíso en donde todavía existe el sentido humano, aún y a pesar de la tan deformada imagen que se proyecta sobre nuestro terruño. Ingresé  legalmente a este país y pude constatar de manera cercana tres aspectos importantes: el primero; la prepotencia americana; la humillación y desprecio al inmigrante, y las consecuencias de una ilegalidad aprovechada por unos mediante la explotación en condiciones degradantes, con salarios miserables, que aún así, terminan siendo "mejores" que los que se perciben  en nuestros países de origen. Apoyé la marcha del primero de mayo no tanto como el derecho a una residencia o a una tarjeta "verde" - la que según muchos los hace mejores personas y dignos de adulación- sino por el respeto y el derecho a la igualdad en el trato que como humanos nos debemos, más, cuando de una relación laboral se trata. Sin duda alguna el impacto de aquella marcha dejó ver la gran “dependencia” americana que gira en torno a la mano de obra inmigrante que tiene como característica principal “la ilegalidad”.

Resulta por lo tanto molesto, o mejor, incómodo, el escuchar a ciertos personajes de origen latino pidiendo medidas extremas en contra de la ilegalidad, cuando a ciencia cierta sabemos que la economía americana gira en torno a esta ilegalidad. Se observa entonces que la economía convulsionada hoy día afecta los bolsillos de muchos que antes no se habían visto afectados como lo es el caso de aquellos que no lavaban baños porque eso no era para ellos pero que ante la carencia de empleo se deciden a hacerlo encontrando un rival a su paso, es decir, el inmigrante ilegal, que hace el trabajo –porque esto de ninguna manera puede llamarse empleo- que ellos jamás quisieron ejecutar. Pero; ¿la culpa es del ilegal o del que fomenta y patrocina la ilegalidad?, pues muchos ya llenaron sus cuentas con muchos ceros a su derecha gracias a aquel que se atrevió a hacerse un ilegal para trabajar al servicio de los legales, o mejor ¿de esos otros ilegales?.

Hoy día a los inmigrantes ilegales, y déjenme decirle que también a los legales los quieren fuera del territorio americano, para que los de sangre azul, puedan acceder a un empleo y para que según ellos su economía no se venga abajo. Quieren a los inmigrantes trabajando lejos de ellos para contratarlos lejos de su país y poderles pagar sueldos aún más miserables que los que se pagan allí, y si no es así, miremos los casos de explotación a veces tan poco informados de las grandes cadenas productivas americanas.

Para infortunio humano existen las fronteras, pero la humanidad no las tiene ni Dios tampoco, y es esa humanidad y el sentido de la dignidad la que nos hace retornar pues se constata a través de la experiencia que por más que hagamos, por mejor que hablemos el inglés y nos adaptemos al sistema americano; y se nos dé la ciudadanía americana jamás –léase bien- jamás seremos considerados ciudadanos americanos. Ante esto señor Arpaio; ¿Vale la pena sufrir tanto para ser un “ciudadano americano de tercera”?. ¿Vale la pena considerar en delincuente a aquel que cruza la frontera en busca de “un progreso” que le ha sido en gran parte negado por el Banco Mundial y las potencias a través del sometimiento de las naciones “subdesarrolladas” materialmente ,pero desarrolladas espiritual y humanamente?. ¿ Acaso el hecho de que en Norteamérica no existan guerrillas y otros tipos de violencia los hace exentos de otras peores perversiones como lo son la generación de pobreza y la depredación del medio ambiente a través de sus multinacionales, que a su vez tantas vidas arrasan para poder apropiarse de las tierras a explotar?. A partir de esto ya podemos entonces comenzar a hablar de quién es el delincuente y quien es el invasor, quién tiene el derecho y quién no lo tiene. Gracias.